Han pasado ya 4 días desde la gala de los Premios Goya, pero parece que esta sigue trayendo cola. Y cola de la larga, y por desgracia no por temas precisamente cinéfilos.
En estos días me he ido encontrando en twitter y en Facebook con un sinfín de críticas hacia el gremio del cine. Por no decir ya en algunos medios de comunicación que aprovechan la mínima oportunidad para clamar al cielo cuando les conviene o el mismo gobierno, al que todo este revuelo le ha venido que ni pintado para tapar todos sus escándalos y que no se hable estos días de lo verdaderamente importante: la corrupción, la crisis y el Debate Sobre el Estado de la Nación.
La mayoría de la gente que ha lanzado críticas contra el cine español, no tienen ni idea de lo que cuesta producir una palícula en este país. Y no me refiero a lo que cuesta económicamente. Es un trabajo de mucho tiempo, de años, desde que se gesta la idea hasta que se estrena la película. Y durante todo ese tiempo hay mucha, pero mucha gente trabajando. Porque el trabajo de una película no sólo es el rodaje o el estreno con alfombra roja, que es lo más vistoso. Para llegar a eso hay mucho trabajo de oficina, muchas noches sin dormir, muchas horas delante de un ordenador intentando exprimir el cerebro para escribir un buen guión, muchos kilómetros a pie y en coche intentando vender ese guión a un precio con el que poder pagar el mes de alquiler (porque señores, los guionistas, en la mayoría de los casos malvenden sus trabajos, solo en casos contados el precio es justo, en las adaptaciones de best-sellers, reconocidos guionistas o genios que son capaces de escribir historias y autoproducirlas con cierta soltura y acierto). Muchos nudillos machacados de tocar en tantas puertas para que solo unos pocos consigan que sus proyectos e ideas sean escuchadas. Y cuando por fín has conseguido que un alma caritativa te escuche y no meta tu guión en el fondo de algún perdido cajón de algún despacho, si has logrado sobrevivir, ya tienes para pagar el alquiler de los dos meses anteriores, porque tu casero lleva pidiéndote la renta todos los días, y tú le has dado largas diciéndole que tienes la mejor idea del mundo y que cuando la consigas vender le pagarás lo que le debes. Y a volver a empezar, otra vez a deber rentas de alquiler hasta que la flauta vuelva a sonar y vendas otro guión. Y mientras, a sobrevivir.